De boda… y esta vez la mía

Había comentado que andaba bastante liado últimamente y como podéis ver por el título, ya os podéis imaginar por qué. Tras las peripecias con el gordo incubador de almorranas, por fin nos comentaron que todo estaba en orden y que podíamos acercarnos a elegir el día.

Por mi trabajo, o bien era ya mismo o bien pasado junio, así que, como Alicia no perdona los 15 días de vacaciones que nos dan, lo hicimos lo antes posible, el día 13 de Mayo, jueves, de 2010. La idea es que fuésemos cuatro gatos, pero al final la cosa se nos fue de las manos y acabamos con un bodorrio de 18 personas, lo que sigue siendo todavía manejable, todo sea dicho.

En casa, antes del juzgado

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En los juzgados

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Ceremonia

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Para los preparativos, además del juzgado, buscamos restaurantes en Alcalá, sobre todo cercanos para ir tranquilamente andando tras firmar con el juez. Los había de todos los precios, pero si bien unos se subían a la parra (y eso que nadie sabía que era boda, sino que les íbamos con el rollo de “celebración privada” para evitar que nos sablasen con precios astronómicos por boda), otros nos obligaban a menús cerrados con poco margen de elección. Finalmente fuimos a La Cúpula (con el consiguiente chiste al respecto). Unos días antes (Alicia sola en casa y yo desde Bilbao) también terminamos la invitación, que como no, tenía que ser a través de internet. Todavía sigue colgada y la podéis ver aquí.

Aún con toda la preparación previa, incluso en el mismo día de la boda hubo un cabo suelto: la tarta. Para solucionarlo, la compramos por el camino del juzgado al restaurante. Eso sí, antes estuvimos de sesión fotográfica desde la puerta del Juzgado a los patios interiores del edificio histórico de la Universidad de Alcalá. En mitad de la sesión, se puso a llover, aunque afortunadamente duró poco y pudimos ir tranquilamente al restaurante. Sobre las fotos, Alicia las ha estado retocando para enviarlas a un servicio online en el que te envían el álbum en papel a un precio razonable. Además, te dan un software para que prepares cada página.

Salida del juzgado

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En la universidad

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Una vez en la comida, aunque yo había tratado de evitarlo, los típicos gritos de “vivan los novios” y “qué se besen” no tardaron en llegar. La verdad es que me incomoda bastante, pues no me gustan las celebraciones con gritos que más parecen otras cosas… además, había gente que estaba allí comiendo que nada tenía que ver y no quería molestarles.  La comida consistió en unos entrantes, empezando por una tacita de consomé que entró sólo, seguido de patés, pimientos rellenos, salmón y de ahí pasamos al principal, solomillo de cerdo al brandy o pescado (no recuerdo bien, pues no soy muy amigo de los peces).

En La Cúpula

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Hacia el final de la comida, con el postre, nos sacaron la tarta que llevábamos pero tuvimos un momento pánico cuando nos sacan también una espada con el logo del local… ¡que nos cobran suplemento boda!, pero no, no nos dieron la espada y no hubo suplemento alguno. Tras el postre, Sara tocó el violín y nos hicieron hacer un pseudo-baile. Le llamo pseudo porque no sabemos bailar, así que cualquier parecido era pura coincidencia.

De La Cúpula nos fuimos al Hemisferio, una cafetería cercana, donde nos tomamos un café. La tarde terminó con pinta de querer llover pero no hubo problema, nos despedimos y cada uno al hogar, haciendo esta boda bastante distinta a la típica con música, bodorrio, barra libre y demás diversiones paganas.

De copichuelas

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