Vacaciones de verano 2010 (X)

Si los otros días vimos las bodegas, puentes, río… hoy tocaba algo más cultural.

Como el bono turístico se nos terminó, fuimos andando hacia la Plaza de Mousinho, para coger el bus hacia la Fundación Serralves. De camino, pasamos por un shopping, que resultó muy cercano al hotel y, ya puestos a sumergirnos en la cultura lusa, por el mercado municipal… en todos los documentales culinarios siempre se pasan por estos sitios, pero nada del otro mundo.

Paseando tranquilamente hacia la parada, pasamos por una tienda Nespresso, así que aprovechamos para entrar y que nos explicaran un poco cómo iba el tema. Además, nos invitaron a un cafetillo y compramos las primeras cápsulas… el precio es el mismo que en España.

Ya en Serralves, nos querían cobrar para ver aquello… supongo que será por las “obras de arte” (por llamarlas de algún modo) pero el carnet de la universidad, que carece de fecha de caducidad, pude entrar por la cara. Alicia, con el de profe también eludió el pago. Sinceramente, menos mal que fue gratis, pues si bien los jardines (de diseño americano, uno de los pocos en Europa así), las “obras de arte” dejan mucho que desear… Desde una columna pisando una llanta de bicicleta, una escalera de piscina clavada en la pared, una bandeja grande llena de agua azul a medo evaporar… si me hacen pagar por eso, les monto un pollo de escándalo. Por cierto, traté de repetir mi proeza de la Tate Moderm en Londres: mirar una salida de emergencia con interés para ver si algún supuesto intelectual también se ponía a mirar, pero no coló (como sí pasó en Londres).

Dentro de la Fundación Serralves

Dentro de la Fundación Serralves

En los jardines de Serralves

En los jardines de Serralves

De allí, se nos hizo medianamente tarde y salimos pitando al centro para ir a comer, así que cogimos un taxi, que por poco más del bus, te deja donde quieres. Una de las veces que estuve en Porto fuimos a cenar en A Tasquinha, así que fuimos allí a comer. El sitio se ve antiguo, que no cutre, en una casa muy pequeña que parece a punto de caerse… pero para comer es excelente. Comida típica de la zona, a un precio más que razonable

Salimos de allí a por el último paseo por el centro de Porto, pasando por la famosa Librería Lello e Irmão, donde estuvimos un buen rato buscando algún libro “misterioso”, pero nada, salimos de allí sin nada salvo con unas fotos para recordar el lugar.

Libreria Lello e Irmao

Libreria Lello e Irmao

Por último, tratamos de encontrar una tienda, donde nos dijeron que había gran selección de Oportos  a buen precio. Al final, creo que dimos con ella, situada en la Rúa de São João Novo. Acabamos comprando tres botellas de Kopke. La tradición dice que se compra la botella cuando tienes un hijo y la abres en su décimo octavo cumpleaños para celebrarlo con él, pero no penséis que tengo tres encargados…

Entre las cápsulas nespresso de esta mañana, las botellas de oporto y la caminata que llevábamos de todo el día, ya se nos hacía largo el volver al hotel a reposar un rato, así que, como no, acabamos ese día cenando de nuevo en la Capa Negra. Yo creo que los camareros ya estaban mosqueados con vernos todos estos días seguidos.

Un par de semanas ajetreadas

La semana del 27 tocó ir a Barcelona. Allí estuve un par de días, de un lado para otro tanto a pie como en coche. Pude planificar más o menos bien las reuniones, de tal modo que el primer día tiré de coche y al día siguiente estuve por la ciudad, dando un “paseito” entre reunión y reunión.

El coche fue un PepeCar, que salío tirado de dinero (menos de la mitad que sus competidores), y eso que lo alquilé con sólo un par de días de antelación. El problema es que era el más pequeño, un Ford Ka de gasolina… Hacía años que no cogía un gasolina (desde la autoescuela, siempre diesel), así que un poco temeroso con calarlo. Lo pasé un poco mal en una rampa muy empinada, donde me tocó tirar de freno de mano pero el coche lo subí sin problemas como cualquier otro (tenía más preocupación que otra cosa).

Lo bueno de esa semana es que el día 1 fue festivo, haciéndola cortita y más llevadera… Aún así, el día 30 lo había cogido de vacaciones que tuve que cancelar.

En la siguiente semana, el lunes tuve que ir a Évora, una ciudad en Portugal, a mitad de camino entre Badajoz y Lisboa. Aproveché a ir el domingo y estuve en Montijo (cerca de Badajoz) pues es cierto que hace mucho que no voy por allí y ya tocaba.  En cualquier caso, fue visita relámpago, así que imagino que no cuenta mucho. A la vuelta de Évora, pasé por Badajoz a comer con cliente y vuelta a Madrid. En sólo dos días había recorrido 1100Km.

El miércoles, tocó Valladolid, donde pude ver el edificio que allí tiene mi anterior empresa (igual pero más pequeño) y otra vez vuelta a casa. Espero que nadie de la zona me lea, pero… ¡cómo tardan en arrancar en los semáforos!. Pasé por la Renault (no sé qué modelos fabrican) y quizás pude ver más esta marca de coches por la zona que cualquier otra, aunque quizás era una sensación subjetiva.

El jueves, a Burgos y de allí a San Sebastián (y no de los Reyes…). Tocó hacer noche allí y al día siguiente, el viernes, tras una reunión, tocó volver a casa, pasando por Vitoria para algunas más. El hotel estaba ubicado en la Plaza Zaragoza, justo una calle detrás de la Playa de la Concha, así que, hice un pequeño descanso por la tarde para darme una vuelta por la zona, ya que no había estado allí antes. A la cena, como no soy amigo de lo nuevo sin conocer (culinariamente hablando), estuve en un argentino cercano. Como curiosidad, en el restaurante, había un gallego prejubilado que venía casi desde París en bici… se ve que durante el viaje no ha hablado con mucha gente y no había forma de cortarle.

Así pues, en total, en esa semana han sido algo así como 2600 kilómetros… la revisión del coche, que parecía lejana, ya no lo es tanto, por lo que me tocará pedir cita casi de urgencia. Voy a pedir votos para protagonizar el próximo spot de “¿Te gusta conducir?”, aunque en mi caso sería: “¿quieres caldo?, ¡pues toma dos tazazs!”.

Oporto

Pues sí, esta semana he estado en Oporto, o como dicen los portugueses, Porto.

He estado 1.5 días, pues el primero llegué sobre las 13:00 hora local. Fuimos a comer con los clientes a un sitio bastante bueno… y olvidé pedir una tarjeta para recomendarlo. Pedimos, creo que lo llaman, porco, es decir, cerdo, como filetillos pero más pequeños adobados, con patatas fritas naturales y arroz. La bandeja era bastante generosa y al final acabó sobrando.

Terminadas las reuniones con los clientes, fui al hotel, el Residencial Vera Cruz, en pleno centro. Por la web lo ponían muy interesante, pero resultó ser un tres estrellas que parecía una pensión. En mi habitación no había calefacción, así que en mitad de la noche me desperté del frío y cogí una manta del armario. Lo peor fue la ducha por la mañana… En cualquier caso, quizás repetiría, porque era bastante barato y salvo ese pequeño inconveniente, no estaba mal, además, el desayuno continental va incluído en el precio. La cafetería (pues es sólo para los desayuno o pequenho almorço) está en el último piso y de no ser por la niebla matutina, las vistas habrían molado.

Por la noche, para cenar, fui a tiro hecho, un McDonald’s… sí, lamentable, pero tenía que seguir currando, a las 21:00 que eran, estaba todo vacío y daba algo de cosa. Al llegar al hotel, buscando la WiFi, encontré una llamada Porto Digital que está abierta y tiene pinta de ser algo oficial, así que pude usar el Skype y contestar todos los correos pendientes.

Al día siguiente, todo el día con el cliente y vuelta al aeropuerto por la noche, que es de nueva construcción y en 2007 ganó el primer premio de todos los aeropuertos españoles europeos, además, allí también había WiFi gratis abierta.

De vacaciones (II)

Nuestro segundo día de vacaciones empezó con muy buen pie. La tarifa aplicada en el hotel nos incluía Desayuno Americano, que para aquellos que les pase como a nosotros, que no sabíamos a qué se refería exactamente el término americano, os lo contamos: se trata de un desayuno de tipo buffet continental, con bollería, embutidos, zumos, fruta y cafés, además de comida caliente, como creps, tortitas, salchichas, huevos revueltos, bacón, patatas fritas…

Tras inflarnos a comer cosas de todo tipo (al menos 4 platos, siguiendo la gama de dulce a salado), salimos de nuevo rumbo a la aventura. Nuestro plan incluía la visita al Castillo San Jorge, desde el que se divisa una panorámica de toda la ciudad. La subida fue sin problemas, ya que el “eléctrico” no iba saturado de gente, el problema vino al comprobar que la entrada al castillo era de pago… que para ver la ciudad desde lo alto, como lo podemos hacer en otros tantos puntos, no merece la pena. Aprovechamos para visitar la zona alrededor del castillo para terminar en el mirador de Santa Lucía.

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Tras la vista al castillo nos pusimos rumbo a la antigua Expo-98. Para ello, basta con pillar la línea vermelha (roja) de metro y bajar en la última parada (Oriente). A la salida, tenemos el centro comercial Vasco de Gama.

Alicia aprovechó en el H&M para comprarse una chaqueta, pues el chubasquero que llevó era lo más parecido a una sauna unipersonal, sin transpiración ninguna).

Tras salir del centro comercial, fuimos a la cabecera del teleférico para dar un paseillo y ver toda la zona desde lo alto, además, de llevarnos justo al lado del Oceanario, pues nos equivocamos y pateamos el recinto en sentido contrario. Como sólo está sostenido por un brazo, era divertido balancearlo, aunque Alicia no piensa lo mismo.

Ya en tierra firme, aquello parecía un colegio en la hora del recreo… todo lleno de excursiones con críos chicos.

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A la salida, sobre las 17:00 (hora local), aprovechamos para comer, nada más portugués que un KFC en el C.C. Vasco de Gama. Justo al lado, en la zona de restaurantes del centro comercial,vimos algo más que peculiar: Burger King asegura en los anuncios que la Alioli Supreme y Brava SÓLO están disponibles en España, además de presentarlo de forma jocosa con los portugueses y franceses. Pues bien, esto es FALSO, también se venden allí. Pudimos sacar una foto (pues está prohibido) tras comentar al encargado esta situación y que nos hacía mucha gracia… no sé si entendió lo que le comentamos de los portugueses tratando de saltar la frontera para comerla.

Por cierto, en el post anterior lo olvidamos comentar, cenamos en un chinese (chino en portugués). Pues bien, NUNCA OS ECHÉIS SALSA AGRIDULCE, o al menos probarla antes: pedimos una ensalada china y como estaba un poco simple al faltar el aderezo blanco que usan aquí, Alicia le echó la mencionada salsa. Resultó que aquello era el infierno líquido, picaba como varios demonios. Sin exagerar, sólo el roce con los labios picaba, además de dejarlos rojos a ronchas (como Carmen de Mairena). Afortunadamente, no pasó lo “mismo” al día siguiente por el lado opuesto…